25 mar 2010

Las palomas quieren matarme

Ayer, cuando me dirigía a la parada del bus, y justo a unos pocos metros de llegar a mi destino, una paloma (o la madre de todas las palomas) echó una espectacular cagada desde los aires. Un segundo antes de que esto pasara, yo me había detenido y me había puesto a buscar el móvil por mis bolsos.
Los espectaculares excrementos cayeron delante de mí, a la distancia de un paso, un paso que hubiera dado en ese justo momento sino me hubiera parado a buscar el móvil.
Esta casualidad me salvó el día completamente. Si el destino hubiera querido que siguiera caminando de forma normal, sus heces líquidas no habrían llegado al suelo, habrían colisionado con mi pelo y mi cabeza, y con esa fuerza que llevaban, seguramente me habrían producido un traumatismo craneal.
Ya me estaba imaginando medio insconciente en el suelo y ahogado en mi propio vómito por el olor de esa cagada descompuesta. Qué muerte más vergonzosa.
Seguro que esa paloma era la abuela de aquella que arrollé por accidente con mi moto de batería de pequeño. Creo que su familia aún no lo ha superado.
Era pequeño, no sabía lo que hacía, seguramente superaba la tasa permitida de zumo de naranja y no vi nada. Me sobresalté cuando sentí un bulto debajo de la rueda delantera, pero ya era demasiado tarde.
Desde aquel momento siento que las palomas quieren matarme. Me acosan cuando como patatas esperando el bus y ya no se espantan cuando me pongo cerca de ellas. Saben quien soy perfectamente, y lo de ayer fue un atentado.
Sigo vivo gracias a mis despistes, y es que buscaba el móvil para mirar la hora. Aunque sabemos de sobra que siempre tienes que volver a sacarlo porque nunca te acuerdas de mirarla. Qué triste.

24 mar 2010

Siempre me preguntan: "¿a quién dibujas?"



Y la verdad es que no dibujo a nadie.
Quiero decir, no retrato a nadie que conozca.
Eso no quiere decir que estos personajes no existan.
Existen en mi imaginación.
Y seguramente también tengan algo que ver con la vida real.

introducción

lenta y sin dolor.